Se denomina clareo a una operación de corta que tiene la finalidad de reducir la densidad extrayendo los peores árboles y que al practicarse con pinos jóvenes da lugar a productos de difícil o imposible comercialización.
Figura 19. Clareo en pinar con elevada densidad procedente de regeneración natural y edad mayor de 6 años. Se actúa abriendo calles con motosierra para luego cortar algunos pinos de las calles no afectadas.
Los clareos constituyen por tanto inversiones realizadas en el monte, que resultan indispensables cuando la densidad de árboles es elevada. Tras las operaciones de clareo, a los 10 años de edad, es recomendable que la densidad de pinos haya bajado hasta 1.000 ó 1.400 pies/ha.
Se comprende por tanto que en las repoblaciones que empleen densidades más reducidas no será necesario realizar un clareo, al contar ya con una densidad adecuada, tan solo habrá que eliminar los árboles que hayan muerto.
Los clareos pueden ejecutarse de forma sistemática, normalmente siguiendo filas, o de forma selectiva. En el primer caso el coste es inferior, pero por contra se apean muchos pies con buenas características de forma y de buena calidad solo por estar en una fila que se va a cortar. El pino pinaster tiene en general malas condiciones de forma, con muchos árboles torcidos, ahorquillados o muy ramosos, por lo que un clareo selectivo de los peores pies puede favorecer mucho el futuro del monte.
Muchas veces se combinarán los dos criterios y se realizarán clareos que son a la vez sistemáticos y selectivos.
Figura 17. Clareo sistemático y selectivo por filas. Se ha extraído totalmente una fila de cada cuatro y en las tres restantes se han cortado algunos pies selectivamente.
En los regenerados naturales una intervención precoz permite una fuerte reducción de densidad empleando desbrozadoras de cadenas o de martillos en fajas, como ya se ha explicado en el apartado de desbroces. Cuando los pinos tienen excesivo diámetro para que esa operación sea posible el clareo debe hacerse manualmente y con preferencia abriendo fajas sistemáticamente, con clareo selectivo adicional en las fajas no afectadas.
Si los pinos han crecido a una densidad muy elevada tendrán diámetros muy reducidos en relación a su altura y copas poco desarrolladas, siendo muy propensos al derribo por efecto del viento o a la curvatura del tronco (inestabilidad) tras un clareo muy fuerte. Es posible por tanto que se deba intervenir en varias operaciones escalonadas.
Es totalmente recomendable que el monte no alcance, en esas condiciones de densidad muy elevada, edades superiores a los 10 años. Si esto se lleva al límite, los pinos carecen absolutamente de vigor y capacidad de respuesta a las claras.
Situación de partida |
Forma de realizar el clareo |
Plantación con menos de 1.500 pinos por ha |
No es necesario el clareo. |
Plantación con más de 1.500 pinos por ha |
Clareo sistemático y selectivo (Figura 17) a los 8-10 años, dejando una densidad de 1.000 a 1.200 pies por ha. |
Regenerado natural joven. |
Clareo-desbroce sistemático por fajas y selectivo en la interfaja (Figura 18). Densidad final de 1.000 a 1.400 pies por ha. |
Regenerado natural de más de 6 años. Densidad reducida (1.500- 3.000 pies por ha) o elevada sin riesgo de viento. |
Clareo manual abriendo fajas (Figura 19). En una única operación puede reducirse la densidad a cifras razonables. |
Regenerado natural de más de 6 años, con densidad muy elevada y riesgo de viento. |
Clareo manual abriendo fajas (Figura 19), bajando la densidad en varias operaciones, para evitar derribos. |
Podas
La raza gallega del pino pinaster tiene la característica de que las ramas inferiores mueren rápidamente al distanciarse de la guía, incluso con bajas densidades, si bien permanecen largo tiempo muertas y adheridas al tronco, dejando al final un muñón que finalmente se pudre y cae. Esta circunstancia provoca la formación de nudos muertos, que si son abundantes deprecian enormemente la madera.
La poda del pino pinaster tiene el objetivo fundamental de evitar la formación de nudos en la madera al cortar las ramas existentes a lo largo de determinadas alturas del tronco. Si se realiza de forma adecuada, la poda no tiene efecto negativo sobre el crecimiento en altura de los pinos. En ningún caso debe esperarse un aumento del crecimiento como consecuencia de la poda.
La poda solo interesa en aquellos pinos que van a proporcionar madera gruesa apta para el aserrado o incluso el desenrollo. En pinos que van a dar madera de pequeñas dimensiones destinada a la trituración, no tiene sentido podar. Así, en los pinos que siendo muy ramosos tienen ya un elevado diámetro, carece de sentido económico hacer una poda, puesto que la mayoría de la madera ya presenta nudos. La situación óptima es la poda de pinos con diámetro normal de 10 a 15 cm.
Para el pino pinaster es aconsejable aplicar el siguiente esquema de podas:
- Poda baja hasta los 2 metros sobre la totalidad de los árboles existentes, cuando su altura alcanza los 5-7 metros. El diámetro normal medio es de 10 cm.
- Poda alta hasta 3 metros, cuando el diámetro medio alcanza unos 18 cm. Se podan solo los mejores 400 a 600 pies por ha. Suele coincidir con la primera clara.
Se asegura de esta forma que la primera troza de los árboles que llegarán a la corta final esté libre de nudos salvo un cilindro interior de 10 cm de diámetro.
En algunos casos se considera subir la altura de poda hasta 5 o 6 metros, para obtener dos trozas libres de nudos en cada árbol. Ello puede conseguirse podando en la primera operación hasta los 3 metros de altura, cuando los árboles alcancen 6 metros de altura total, para subir la altura total de poda hasta los 6 metros en una segunda operación, en la que se actúa solo sobre 400 pies por ha cuando alcanzan una altura total de 10 a 12 metros.
En cualquier caso, nunca debe subirse la altura podada a más de la mitad de la altura del árbol, y en la primera poda deben conservarse como mínimo cuatro verticilos de ramas vivas.
La época de realización de las podas no tiene mucha importancia cuando se trata de ramas muertas. Si estas son vivas se recomienda el período de Agosto a Febrero, mes que no debe superarse para asegurar la cicatrización de las heridas antes de la época de puesta de los principales insectos que causan daños a la especie.
Figura 20. Esquema de podas en el pino pinaster. Tras cada actuación la madera que se desarrolla en la zona podada está libre de nudos (color amarillo) quedando únicamente un cilindro interior (color marrón) de madera con nudos.
El corte de la rama debe realizarse dejando intacto el cojinete de cicatrización, dando un corte limpio y sin dejar percha, que alarga sin sentido el tamaño del nudo. La cicatrización de la herida de poda es más rápida cuanto menor sea el tamaño de la rama.
Los restos de poda se deben eliminar preferentemente por trituración mediante desbrozadora de cadenas o de martillos. En caso contrario la operación más barata es el amontonamiento en cordones dentro del monte, lo que rompe la continuidad del combustible.
Las podas constituyen inversiones en el monte cuya rentabilidad viene dada por la mayor calidad y consecuentemente mayor precio de la madera obtenida.
Las herramientas que pueden usarse para la poda baja en el pino son muy diversas: hacha, motosierra ligera, tijeras de podar, serruchos. El uso del hacha debe quedar restringido a personas con experiencia y habilidad, ya que es difícil dar cortes precisos. Bien usada es sin embargo la herramienta más rápida para podar pinos. Las tijeras de podar de mango largo se usan cada vez más, siendo sus ventajas evidentes: el precio es reducido, el mango largo permite podar ramas situadas a más de 2,5 metros de altura, cuentan con sistemas de desmultiplicación que facilitan el corte de ramas gruesas y son de uso y mantenimiento sencillos.
Izquierda: Tijeras de podar de mango largo, con sistema de desmultiplicación que permite la poda de ramas de hasta 4 cm de grosor. El largo mango permite subir la altura podada trabajando desde el suelo.
Derecha. Sierra de arco empleada para poda alta. Puede observarse la cuchilla inferior para dar un primer corte a la base de la rama e impedir el desgarro, así como el tope superior para que al dar el tirón no se desprenda la sierra. El pequeño mango perforado sirve para encajar la sierra en la correspondiente pértiga.
En poda alta existen innumerables herramientas que pueden usarse. Parecen sin embargo muy recomendables las sierras de arco montadas sobre pértiga telescópica: se alcanzan fácilmente los 6 metros de altura podada, son fáciles de usar y mantener, su precio es reducido y sus diseños han mejorado enormemente, contando con cuchillas basales con las que se da un primer corte en la parte inferior de la rama para evitar que esta se desgarre.
Claras
Las claras son cortas que se realizan antes de la edad del turno y que tienen los siguientes objetivos:
- Reducción de la densidad de pinos y por tanto de la competencia.
- Conseguir una selección de los árboles de mejor calidad, que son los que se van dejando en pie.
- Obtener un aprovechamiento maderero intermedio, previo a las cortas finales.
Con las claras no se pretende la regeneración del monte como ocurre en las cortas finales o de regeneración. En la mayoría de los casos a las operaciones de clara se les denomina vulgarmente "entresacas". Si bien el término no es preciso desde el punto de vista técnico, se encuentra enormemente extendido y parece seguro que se seguirá usando.
En las claras los volúmenes de madera extraídos son relativamente reducidos y los lotes están compuestos, al menos en las primeras claras, por trozas de reducida dimensión. Existe un importante riesgo de daños en los árboles que van a permanecer en pie debido a las operaciones de explotación.
Las claras constituyen, en un buen número de casos, operaciones que tienen un balance económico final negativo, es decir, los ingresos por venta de la madera no cubren los gastos de explotación. Al mismo tiempo, las empresas que compran madera prefieren obviamente las cortas a hecho, más sencillas de realizar y con un coste de aprovechamiento más fácilmente predecible. Por estos motivos los propietarios de montes se resisten a la realización de claras o simplemente no encuentran un comprador interesado.
Sin embargo las claras son operaciones indispensables para conseguir montes de calidad. Eliminando los peores árboles concentramos toda la capacidad productiva en los pinos de mejor calidad, es decir, aquellos árboles vigorosos con fuste más recto y limpio de ramas. En un monte en que se han hecho claras la madera que se obtiene en la corta final será de mayor calidad y alcanzará precios más elevados. Deben considerarse las claras como inversiones de cara al futuro del monte.
Figura 21. Arriba: masa inicial. Centro: masa después de una clara mixta. Abajo: masa después de una clara por lo bajo.
Para facilitar la realización de las claras es conveniente que se hayan considerado distancias entre filas de árboles en la plantación de 3 metros, o que se hayan abierto calles de un ancho similar en montes que proceden de regeneración natural.
Muy frecuentemente se observan en montes regulares de pino pinaster claras efectuadas con un criterio exclusivamente de producción a corto plazo, extrayendo los árboles más gruesos y de mejor calidad. La elección de los árboles que se van a cortar en la clara debe recaer en el propietario, que será el más interesado en dejar como masa futura los pinos de mayor calidad.
Para reducir los costes de explotación una alternativa son las claras sistemáticas, en las que se extraen filas enteras de árboles. Esta forma de actuar tiene el inconveniente de que, al no seguir un criterio selectivo, muchos árboles de buena calidad se cortarán por el simple hecho de pertenecer a la fila afectada. Sólo será conveniente considerar un criterio sistemático para la primera clara en el caso de plantaciones a un marco muy bajo (2x2, 2x2,5 metros).
Por oposición a las claras sistemáticas, podrían denominarse selectivas a aquellas en las que se seleccionan individualmente los árboles a cortar. Según los criterios seguidos en esa selección tendremos las claras por lo bajo o las claras mixtas. En las primeras los árboles a cortar corresponden siempre a los de menor talla, mientras que en las segundas se seleccionan árboles de todas las categorías de diámetro, siempre que no interesen como masa futura.
Foto 20. En los pinares siempre existen árboles dominantes que tienen escaso interés futuro, como este pino bifurcado en el monte de los vecinos de Teixeiro (Lugo).
Actualmente se prefieren en el pino pinaster las claras mixtas, ya que reducen más la competencia sobre los árboles que quedan en pie, eliminan pinos que, aunque de grandes dimensiones, están ahorquillados o son muy ramosos, y se obtiene un mayor volumen de madera que en las claras por lo bajo.
Durante muchos años la selvicultura del pino pinaster en monte regular se ha caracterizado por el mantenimiento de densidades elevadas, procurando aprovechar toda la capacidad productiva del lugar. Se obtenían así elevadas cantidades de madera de pequeña dimensión, cuyo destino final era básicamente la trituración en las fábricas de pasta o tableros, aunque también se obtenían piezas para sierra de pequeña dimensión.
Las condiciones actuales del mercado de la madera aconsejan orientar la selvicultura hacia la producción preferente de pinos de diámetro elevado, cuya madera se emplea en la industria del aserrado e incluso del desenrollo. Esto exige la realización de claras fuertes y el mantenimiento de densidades más bajas. La madera obtenida en las claras podrá emplearse en las industrias de trituración, e incluso en la industria del aserrado, en el caso de las trozas inferiores de los árboles extraídos en las últimas claras.
Año |
Actuación |
0 |
Plantación de 1.670 pies por ha. |
15 |
Clara de 670 pies por ha. Quedan en pie 1.000 pinos por ha. |
20 |
Clara de 300 pies por ha. Quedan en pie 700 pinos por ha. |
25 |
Clara de 250 pies por ha. Quedan en pie 450 pinos por ha. |
35 |
Corta final de 450 pinos por ha. |
Este sería un esquema típico de claras para un monte regular de pino pinaster. El número de claras que normalmente se considera en la práctica es de dos o, más frecuentemente, tres claras. Puede observarse como en cada una de ellas se extrae a lo sumo el 40% del número de árboles existentes. No parece conveniente realizar claras aún más fuertes, ya que existirán riesgos importantes de derribo por viento y de curvaturas de los fustes debido a inestabilidad. Si bien ese valor del 40% debe tomarse como un máximo de carácter general, pudiendo existir situaciones especiales (montes muy expuestos a vientos o con árboles que al haber vivido en mucha espesura tiene una altura excesiva respecto a su diámetro) en las que las claras deben ser bastante más graduales.
Foto 21. Aspecto de un monte de pino tras la realización de una clara con eliminación de restos por trituración. La capacidad de crecimiento del monte se concentrará en los pinos que se han dejado en pie, los de mejor calidad. Monte de la Empresa FINSA en Frades (A Coruña).
A menudo, es necesario realizar claras en montes con una densidad elevadísima, al no haber sido sometidos a ningún cuidado selvícola previo. Acomodar esas densidades tan altas a los niveles normalmente considerados no es sencillo, ya que si se realiza en una única clara se dejan en pie árboles muy altos respecto a su diámetro que son fácilmente derribados por el viento. Será preciso entonces intervenir gradualmente, realizando varias claras. Con el fin de que los árboles tengan suficiente estabilidad se recomienda que la relación entre su altura y su diámetro no supere el valor de 75.
Es aconsejable que desde el momento en que se realiza la última clara hasta la edad en que se pretende abordar la corta final transcurra un número suficientemente grande de años (preferentemente 10) para que los árboles que se han seleccionado como definitivos tengan tiempo para desarrollarse en diámetro.
No existe un único esquema de evolución de la densidad, de forma que el cuadro antes presentado es una posibilidad y no una norma a seguir estrictamente. Lo más normal, sin embargo, es tener unas densidades de partida que varíen entre 1.100 y 1.700 pies por ha si se parte de plantación, para llegar a densidades de corta final de 400 a 700 pies por ha, a unas edades de 30 o 40 años.
Recientemente se vienen aplicando unos esquemas de selvicultura en los que se mantienen densidades muy bajas durante todo el turno, obteniendo un aprovechamiento mixto de madera y pasto. Tal sería el caso de plantaciones con densidades de 600 a 800 pies por ha que se convierten en 300 o 400 pinos por ha merced a una única clara. La necesidad de que los árboles plantados sean todos de excelente calidad obliga a usar planta seleccionada en la repoblación. La estación debe ser de gran calidad y son necesarios intensos cuidados culturales, especialmente podas. No es, por tanto, una posibilidad a plantear con carácter general.
Selección de los árboles que se extraerán en las claras
La selección de pies debe corresponder con el tipo de clara que se ha considerado, pero sea cual sea el estrato a que pertenece el pie existen unas condiciones que apoyan su selección como árbol a extraer:
- Árboles atacados por plagas. El mejor tratamiento contra el escolítido perforador de cortezaTomicus piniperda es la corta de los pies atacados y su descortezado para poner al descubierto las larvas. Los restos de corteza y ramas deben quemarse. Los daños se manifiestan a últimos de Abril y Mayo, debiendo actuar antes de fin de Mayo para matar las larvas. Ips sexdentatus e Ips erosus tienen tratamientos similares.
- Árboles enfermos. Son importantes a estas edades los hongos que causan daños que se extienden en círculos correspondientes a los géneros Armillaria, Fomes, Rhicina yCeratocystis.
- Árboles con daños de origen abiótico (ramas partidas por la nieve, derribos o semiderribos por viento, heridas en el tronco por caída de otros pies, afectados por rayos, rotura de ramas, daños especiales provocados por helada o granizo).
- Pies que no presentando daños tienen un porte o vigor que no interesa para la producción que se espera obtener en el futuro
Izquierda: Pino afectado por la caída de un rayo, candidato a ser extraído en claras.
Derecha: Pino con la copa partida por el viento y muerto, que deberá extraerse en la próxima clara. Monte de los vecinos de Teixeiro. Lugo.
Cuando se busca únicamente madera de desintegración el interés se centra en la capacidad de crecimiento de los árboles, no siendo tan importante la forma. En todos los demás casos deben considerarse características negativas las que dan lugar a defectos de la madera en rollo, como:
- Presencia de horquillas y deformaciones.
- Inclinación del árbol respecto a la vertical.
- Combamiento o sinuosidad del tronco.
- Cuadratura o falta de forma cilíndrica del tronco.
- Falta de regularidad o de desarrollo de la copa
- Elevada ramosidad (número de ramas, tamaño de las mismas y conservación de las ramas muertas)